Blogia
Ediciones Sueños... imágenes en la niebla

Vendedores

Ayer martes me llamaron de una tienda comercial en la que hace menos de una semana saqué tarjeta de crédito (que, dicho sea de paso,es mi primera tarjeta mía de mí exclusiva a mi nombre!), y me ofrecieron un espectacular seguro de vida...

Uf, no hay cosa que me moleste más que me llamen para ofrecerme tarjetas, seguros, tumbas, para que colabore con cual o tal fundación vía cuenta de teléfono, etc. Casi me agarré con la vendedora, porque a la simpática se le ocurrió usar un recurso de chantaje, cuando le dije que no me interesaba tener ningún tipo de seguro, porque no pensaba en andar llamando la desgracia. Se picó porque le dije que conocía el sistema lo suficiente para saber que uno sólo pierde plata en esas cosas (fuera de lo que no le dije: lo engorroso que son los trámites y demás requisitos restrictivos a la hora de "tratar" de cobrarlo).

Y la loca se molestó aún más. Y me salió, como les decía, con el viejo y bajo recurso del chantaje: "pero señorita Yamila, usted sabe que usted no tiene la vida comparada". Ahí ardió Troya, porque me bajó la fiera que todas llevamos dentro y le dije que no me viniera a tratar de chantajearme, porque por mi profesión sabía perfectamente a qué apuntaban sus palabras, y que a mí no me iba a convencer por esa vía. Y seguía la tipa porfiada en tratar de "cagarme la siquis" con las penas del infierno si no tomaba el seguro. Le advertí, eso sí, antes que terminara la conversación, que no iba a aguantar que el próximo mes apareciera en la cuenta el cobro de ese seguro, porque yo en ningún momento había dicho sí, ni antes del llamado ni después. Pobre de ella que el famoso seguro esté incluído, porque el reclamo en el Sernac no lo despinta nadie.

Eso me hizo recordar un comercial de cierta institución de beneficencia (no recuerdo exactamente cuál), que hace poco tiempo hizo una colecta a nivel nacional. Por televisión se transmitía el comercial en que decía algo así como "si colaboras, algo bueno te pasará", y salía un tipo que justo después de depositar su moneda en la bolsita, ¡oh, milagro!, giraba y se topaba de lleno con una chica y se enamoraban a primera vista. Luego, pasa un tipo que no da ni una moneda y pasos más allá le cae una roca desde el cielo. O sea... ¡QUÉ BAJO! Recurso del chantaje emocional y el uso del "pecado" si no haces lo que se te "pide" (ordena). Qué sucio, realmente sucio.

Lo mismo pasa con los vendedores de tumbas y similares, cuando te detienen en el Metro y poco menos que mañana podrías morirte y no tendrías donde "caerte muerto", literalmente. O sea, entre comprar a crédito una tumba o comprar un departamento en pleno centro de Santiago y disfrutarlo mientras vivo... ¡no hay por dónde perderse! Pero mucha gente cae ante los recursos de la retórica, en que el chantaje emocional es el protagonista. ¡QUE COCHINO!

Yo aprendí a no dejarme envolver desde una única vez que me convencieron por teléfono de sacar una tarjeta de crédito o algo parecido en un banco, cuando recién había salido de la universidad. Claro, por mi inexperiencia caí, pero en mi conciencia rondó todo el día la idea que me había equivocado y me sentía atropellada. Lo conversé con mi mamá y ella me hizo afirmar mis convicciones que cuando algo no me gusta o no me interesa, diga lo que diga el "amable vendedor" que está frente a mí, yo le reponda con un simple "no" y pare de contar. No está de más decir que la loca del banco se enojó porque le dije que ya no quería la famosa tarjeta y que no iría a firmar ni un contrato de nada.

Uf, me acuerdo de todos los "no" que he respondido ante tentadoras ofertas que después serían enormes cachos a la hora de pagar o lo que fuera. Y me alegro de haber dicho NO.

¡Nos vemos!

Yami

2 comentarios

Avivita -

Siiiii!!! odio a esos vendedores. Hasta me dan pena: tienen que calzar clientes para hacer su sueldo.
Pero hay que ser firme: No es NO.

Saludines!

Héctor González Avilés ( -

Eso siempre sucede en cada familia, amiga Yamila, el caso de mi padre es muy similar al tuyo, a mi casa, lo han llamado por telefono, hasta de los bancos.